A los pobladores de las tribus que conforman la Cordillera Central de la Isla de Luzón se le conoce con el nombre genérico de Igorots (hombres de monataña), sin embargo, son más de 6 tribus diferentes distribuidas a lo largo de la Cordillera y todas poseen su propias costumbres y tradiciones.
Su fama en la historia la obtuvieron por ser extraordinarios guerreros y headhunting (caza cabezas) pero en su cultura hay algo mucho más valioso y digno que debería ser un ejemplo para todos, su respeto por la naturaleza.
Su fama en la historia la obtuvieron por ser extraordinarios guerreros y headhunting (caza cabezas) pero en su cultura hay algo mucho más valioso y digno que debería ser un ejemplo para todos, su respeto por la naturaleza.
En la cueva de Shumaging en Sagada se puede leer: "Estas cuevas son un regalo de Kabunyan, tienen miles de años y el hombre nació ayer, no tenemos derecho a destruir este legado, sólo a contemplarlo y protegerlo". Con este hermosos mensaje se resume todo el pensamiento del amor y protección al entorno del medio que los rodea.
Para los Igorot cada espíritu pasa por un ciclo infinito de nacer y perecer; Por ello cuando sus seres queridos se marchan a seguir su camino colocan sus cuerpos en posición fetal. Aún así lo impresionante radica en el método de sepultura. Los ancianos Igorot fabrican sus ataúdes antes de morir con troncos huecos o madera. Cuando éstos fallecen son llevados por sus familiares a un acantilado en donde cuelgan el ataúd junto a una silla. La razón es que esta sociedad cree que el alma del difunto estará de este modo siempre cerca del cielo y la naturaleza pudiendo tener un lugar para sentarse y disfrutar.
Los hombres de montaña viven de la caza, la pesca y el cultivo, principalmente de la siembra de arroz; se mantienen apartados de las ciudades para poder seguir llevando la vida tranquila y pacífica a la que están acostumbrados. A diferencia de otras comunidades étnicas que se resignaron a los espacios designados por el gobierno, los Igorot han luchado año con año por mantener el dominio de sus tierras.
Los hombres de montaña viven de la caza, la pesca y el cultivo, principalmente de la siembra de arroz; se mantienen apartados de las ciudades para poder seguir llevando la vida tranquila y pacífica a la que están acostumbrados. A diferencia de otras comunidades étnicas que se resignaron a los espacios designados por el gobierno, los Igorot han luchado año con año por mantener el dominio de sus tierras.
Pese al aislamiento no son una etnia dogmática, han aceptado que el mundo y las sociedades evolucionan, es decir no se apegan a una sola forma de pensar. Sin embargo, no son influenciables puesto que cada pueblo habla su lengua nativa, cada uno mantiene y preserva sus rituales y tradiciones ancestrales. Cada tribu se enorgullecen de lo que es y toma del mundo exterior sólo aquello que los beneficia y les permite conservar su esencia.
De vez en cuando, algunos pobladores se dejan seducir por la modernidad y visitan las ciudades y poblados cercanos pero, ellos entienden que no cambiarían su realidad por la nuestra. Les es difícil comprender a los "hombres modernos", creen que hoy en día ya no se aprecia la naturaleza y no se le tiene respeto alguno. Esto nos invita a reflexionar ¿Cómo el pensamiento consumista e individualista de la sociedad moderna se ha vuelto más “natural” que la filosofía de armonía, respeto y unidad de las civilizaciones antiguas?
Así que nunca está demás dejar de lado nuestra urbanidad y abrir un espacio para visitar ambientes naturales que nos reconecten con nuestro medio ambiente, nos llenen de energía y nos recuerden el valor de nuestro mundo, de nuestra humanidad.
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